ELLA Y EL
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ELLA Y EL
Juntos caminaban despacio,
sin prisa ni tiempo,
ella tomada de su mano
el, la acariciaba con la mirada
ella sonreía feliz de saberse amada
el, la abrazaba y besaba
con ese gran amor
que salía de su corazón.
El mundo era de ellos,
acariciaron la ilusión
de vivir por siempre juntos
y jamás dejar que nada los separara
para que ese bello amor perdurara
y los mantuviera unidos por una eternidad
El tiempo pasó,
ellos sentían que ese sentimiento
Juntos caminaban despacio,
sin prisa ni tiempo,
ella tomada de su mano
el, la acariciaba con la mirada
ella sonreía feliz de saberse amada
el, la abrazaba y besaba
con ese gran amor
que salía de su corazón.
El mundo era de ellos,
acariciaron la ilusión
de vivir por siempre juntos
y jamás dejar que nada los separara
para que ese bello amor perdurara
y los mantuviera unidos por una eternidad
El tiempo pasó,
ellos sentían que ese sentimiento
que nació entre los dos sería eterno
pues él la veía con ese mismo amor
y ella se entregaba a él con una gran pasión.
Juntos veían nacer el dia acariciando esa sensación
pues él la veía con ese mismo amor
y ella se entregaba a él con una gran pasión.
Juntos veían nacer el dia acariciando esa sensación
que les dejaba después de haber hecho el amor,
que los hacia sentir que la gloria existía
y que por siempre en ellos perduraría.
El,
un día despertó
y como siempre la abrazó
para besarla y decirle cuánto la amaba,
pero ella no respondió.
El llorando
acarició el inerte cuerpo de su amada,
la beso queriendo darle con sus besos
la vida que la muerte le arrebataba.
Ahora camina solo y triste
dirigiendo sus pasos al último aposento
dónde la depositó,
esperando ese momento de reunirse con ella.
Para seguir entregándole
todo lo que de su ser nació
y que en él ,
aún después del tiempo
y la misma muerte perduró.
Lupita Molina de Hoyos
Mexico 09 - 09 - 2014
Derechos Reservados
que los hacia sentir que la gloria existía
y que por siempre en ellos perduraría.
El,
un día despertó
y como siempre la abrazó
para besarla y decirle cuánto la amaba,
pero ella no respondió.
El llorando
acarició el inerte cuerpo de su amada,
la beso queriendo darle con sus besos
la vida que la muerte le arrebataba.
Ahora camina solo y triste
dirigiendo sus pasos al último aposento
dónde la depositó,
esperando ese momento de reunirse con ella.
Para seguir entregándole
todo lo que de su ser nació
y que en él ,
aún después del tiempo
y la misma muerte perduró.
Lupita Molina de Hoyos
Mexico 09 - 09 - 2014
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